El artículo “En torno a la Literatura Infantil” del autor Juan Cervera, profesor en la Universidad de Valencia, expone que existe una categoría de Literatura Infantil (LI) que actualmente se presenta dentro de un pensamiento globalizador que recoge todas las actividades y manifestaciones que tienen como vehículo expresivo la palabra y como receptor al niño, con un toque artístico y creativo.
Esta realidad se ha ido desarrollando por los tres tipos de LI que hoy se distinguen. La primera de ellas es a la que denomina la literatura ganada, producciones que inicialmente no nacieron para niños, pero que, luego sí que se destinaron para ellos. Por otro lado, la literatura creada específicamente para los niños y, por último, existe la literatura instrumentalizada, aquella que aparece en los libros de texto donde las lecturas recogen a un protagonista común que pasa por distintas escenarios con un fin pedagógico y didáctico.
Del mismo modo, dentro de estos tres tipos de LI se deben distinguir tres factores en función de su calidad. El factor social, donde se tiene en cuenta la capacidad adquisitiva y organizadora de la sociedad y el incremento de atención del niño. El factor educativo, donde se produzca una mayor especialización, promovido porque existe una mayor conciencia de su utilidad por parte de los padres y educadores. Y por último los factores endógenos, donde se avanza en el propio desarrollo de la LI y se le exige mayor perfección, adecuación, especialización y variedad, fruto de que la sociedad es cada vez más culta y preocupada por la educación de sus hijos.
Pero, por otro lado, también están aquellos que niegan la existencia, dentro de la literatura, de una categoría de LI y que además exista la necesidad de una literatura especializa para niños. Estos defienden que todo es literatura y, que puede ser buena o mala según su calidad literaria. Además destacan el peligro de su instrumentalización en la escuela, es decir, que la literatura caiga en manos exclusivas de las editoriales, con el fin de convertirse en un producto estereotipado, donde no se le daría cabida a los autores y a su imaginación, porque estarían obligados a que sus producciones estuvieran guiadas por unas reglas con fines exclusivamente didácticos y pedagógicos, con lo que acabaría con la literatura.
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